Un amigo fraterno salió de una empresa tradicional y le dio curso a un negocio que emprendió sin mucho rigor. Al verse sin salario seguro, puso orden en casa y justo es el emprendimiento que le asegura sustento actualmente. Hoy luce relajado, con manejo del tiempo y esperanzado en seguir fortaleciendo lo suyo.
Con mucha ilusión, un alto porcentaje de nuestra gente comienza un negocio, monetizando sus habilidades con disciplina y tino. Conozco amas de casa que confeccionan pucas, lazos de pelo; amigas suplidoras de pasteles y jóvenes impulsando talleres de mecánica. Hay quehaceres de todo tipo representados por gente que se atrevió.
En la República Dominicana existen casi 1.5 millones de pequeñas y medianas empresas, las cuales representan el 98% del total de compañías. Estas organizaciones generan más de 2 millones de empleos en la economía, lo que equivale al 54.4% de la población ocupada del mercado laboral, aportando un significativo porcentaje al PIB de 38.6%. Esta referencia la extraje de www.dominicanarepublic.org.
Las pequeñas y medianas empresas generan y emplean. Mueven dinero y fraguan futuro para gente que de otra manera no tuviera opción de llevar billetes al bolsillo y de asegurar un presente y un futuro con dignidad.
Además, delante y detrás de un emprendimiento, de algo que comenzó como “un negocito”, hay historias de resistencia, resiliencia, honestidad, esfuerzo, constancia. Mujeres y hombres que cuando otros dormían, labraban en silencio como abejas. De gente que tampoco miraba para los lados porque sabían que el pesimismo se vestía de mansa oveja y la envidia se disfrazaba de advertencia.
Amo las pequeñas y medianas empresas, especialmente las historias que hay detrás de esos mostradores que priorizan el servicio entregado con amor. Por ello, mis regalos siempre los encargo a gente emprendedora, hacedora de bienes y servicios con sus manos.
Desde esta esquinita un reconocimiento especial a nuestros héroes y heroínas de las pequeñas y medianas empresas.
